martes, 24 de marzo de 2015

500 días de malas noticias (Juegos Olímpicos 2016)


500 días de malas noticias

500 días de malas noticias (Juegos Olímpicos 2016)

Es inevitable, sucede siempre: a partir de hoy, Río 2016 será protagonista de 500 días de malas noticias. A los primeros Juegos Olímpicos de la historia en Sudamérica les sucede lo que a todos sus predecesores, desde que alguna obra tenga retraso, hasta que se critique el dinero invertido, pasando por la resistencia que pueda existir entre un porcentaje importante de la población. Pero Río 2016 tiene un plus, son Juegos en territorios no anglosajones, y entre las malas noticias reales y ciertos prejuicios muy asentados en el norte del planeta, la combinación de titulares que van de lo negativo a lo apocalíptico será pan de cada día. "Navegando en aguas servidas", tituló la semana pasada el estadounidense "The Washington Post", que abre su artículo prometiendo "millones de peces muertos, aguas cloacales, sofás flotantes, bolsas de plástico e incluso animales muertos", además de una "súper bacteria mortal".

El británico "The Guardian" también destaca las "aguas cloacales, basura y peces muertos a menos de 18 meses de los Juegos", en tanto que la agencia alemana DPA, en una crónica mucho más equilibrada, recuerda un consejo a los deportistas lanzado por el biólogo Mario Moscatelli, el principal experto en contaminación del país: "¡No se caigan al agua! ¡Vacúnense contra la hepatitis A!".

Que la Bahía de Guanabara es tan bella en foto panorámica como pestilente si uno se acerca a sus aguas en determinadas zonas es absolutamente cierto, pero en la historia olímpica se vio de todo, incluyendo 10.000 chinos en mil barcos limpiando de algas la bahía de Qingdao un mes antes de los Juegos de Pekín 2008. Si se piensa en gastos escandalosos y "elefantes blancos", no hay asombro mayor que lo que está sucediendo en Qatar de cara al Mundial de fútbol de 2022. Si se piensa en presiones y críticas previas a los Juegos, cada uno tuvo su "karma: con Barcelona 92 había dudas acerca de la capacidad de la relativamente joven democracia española, dudas disipadas gracias a unos de los mejores Juegos de todos los tiempos. Con Atlanta 96 hubo burlas -justificadas- hacia los "Juegos de Coca-Cola", mientras que antes de Sydney 2000 el leit-motiv -también justificado- fue el de la situación de los aborígenes, protagonistas de una historia cruel y triste sobre la que se funda en parte la nación australiana. Atenas 2004, sede ganada en parte gracias al cargo de conciencia del COI tras los desteñidos Juegos de Coca-Cola, recibió burlas durante años. Una vez que llegó el día, fueron Juegos impecables, pero el hundimiento económico griego sirve hoy para que muchos medios insistan en que ser sede olímpica contribuyó al colapso heleno. Pekín 2008 fue la cumbre de las críticas, y con razones de sobra: el gobierno chino creó unas "áreas de protesta" en bucólicos parques para que aquellos que quisieran manifestarse lo hicieran allí. Había que inscribirse. El primero que cumplió con ese requisito fue llevado de inmediato prisión.

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Londres 2012 superó todas las expectativas, porque los británicos mostraron un humor excelente, el sol brilló y casi no llovió. La ceremonia inaugural ideada por Danny Boyle marcó un hito difícil de igualar. Y, sin embargo, en lo previo, la misma prensa británica le dio duro, sin contemplaciones, a sus Juegos. "Bochorno para los organizadores de Londres 2012" fue el titular a exactos 500 días de la ceremonia inaugural. "No era exactamente el titular que buscábamos para esa fecha", reconoció esta semana Tessa Jowell, por entonces ministra para los Juegos, en una columna en "The Guardian". "Pero era el titular que nos merecíamos", añadió: aquel día emblemático, el reloj digital que debía marcar la cuenta regresiva en Trafalgar Square no funcionó. "Así que espero que los organizadores de Río tengan un día mejor", añadió la ex ministra, que sabe que tras 500 días de malas noticias, siempre llegan los Juegos.

A costa del presupuesto nacional, a costa del sufrimiento de muchos ciudadanos desalojados de zonas olímpicas y nunca justamente compensados, a costa de una inversión descomunal y siempre mayor a lo anunciado. Pese a todo, en 500 días, los Juegos Olímpicos estarán en Sudamérica. Al otro lado de la frontera.

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